Libertad y libertinaje son dos
conceptos diferentes pero que parten de la misma raíz. Por un lado, la libertad
es aquel estado en el que la persona no es esclava ni está a disposición de
otra persona de manera represiva. A la
libertad se le concede el estado de derecho y condición humanos. De hecho,
existen documentos que avalan y velan por su existencia y aplicación. En su
nombre se han luchado batallas y aún es capaz de mover países enteros. En
cambio, el libertinaje es un estado
de exceso y abuso de libertad. Es una condición que no respeta los derechos
ajenos, e incluso a veces ni los propios. Es muy común en ciertas etapas de la
vida confundir estos dos conceptos. Sin embargo, deben tenerse muy en claro sus
definiciones para así poder diferenciar con conocimiento aquello que puede
convenir de aquello que no.
La libertad es, de forma general,
la capacidad que tiene cualquier ser humano para obrar y pensar según su propia
voluntad. Ésta implica una obligación, que es la responsabilidad de las
consecuencias derivadas de los actos que el implicado ha ejecutado en base a
dicha libertad. Es decir, se debe hacer responsable de lo que hace.
Los conceptos que se abogan en
relación a la libertad son los de justicia e igualdad. Si bien, en un concepto
legal, la libertad queda limitada por aquellas leyes y normas que rigen la
convivencia de una sociedad.
El libertinaje, en cambio, consiste
en adoptar una conducta desenfadada y totalmente abocada a satisfacer el placer
y los caprichos. Con el libertinaje, la responsabilidad resultante de nuestros
actos es totalmente ignorada, con frecuencia ocasionando un rechazo social y,
en ocasiones, problemas con la ley.
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